Ya es un poco más noche
de lo que el anciano normalmente acostumbra a estar fuera de casa, y acababa de
salir de cenar de ese restaurante que tanto le gusta. Esperando a que llegue el
camión del transporte público para llegar a su casa, se acerca un joven que
vende boletos de lotería.
-Señor, ¿No gusta
comprar un boleto de lotería?
-No, muchas gracias.-
Le contestó el anciano.
-Pero señor, dicen que es de buena suerte comprar boletos de lotería después de las 12:00 de la noche.- El chico siguió insistiendo.
-Por desgracia, no me siento interesado, pero agradezco tu amabilidad.
El chico no dio señales de parar en sus intentos de convencerlo. Tanto que el anciano aguantó un poco más de lo que
acostumbraba. Así que decidió mentir un poco, sólo para deshacerse de él.
-Yo no necesito un
boleto de lotería, chico. Ya tengo demasiado dinero. Más del que me podría
llegar a gastar antes de morir. Así que mejor ve y haz que alguien más compre
ése boleto de lotería, que si resulta ganador, que alguien más gane el dinero.
Alguien que lo necesite más que yo.
El chico se fue, un
tanto ofendido, cosa que no le preocupó al anciano. Entonces, un señor que
estaba sentado en una banca, leyendo un libro, casi burlándose del horario del
día; estaba escuchando la conversación. Se paró con aire de preocupación,
dirigiéndose hacia el anciano.
-Señor, el dinero no te
otorga la verdadera felicidad. Solamente el que cree en Jesús será feliz.
Solamente el que cree en Jesús, se salvará.
- Y aquel que crea en
Jesús, ¿Se salvará de qué?- Preguntó el anciano.
-De no ir al infierno,
por su puesto.- Le contestó el hombre, como compadeciéndose por una ignorancia
incurable.
- Y ¿Por qué asume
usted que mi salvación es creer en su cielo? ¿Por qué asume usted que mi cielo
no podría llegar a ser lo que usted considera como el infierno?- Le contestó
serenamente el anciano.
El hombre pensó por un
momento.
-Porque Jesús sólo dijo
que se salvaría al que lo amara. No importa de qué, Jesús dice que salvará al
que lo ame. Atrévase a amar Jesucristo.
-Si hago caso a sus creencias;
Jesús nos entrega el libre albedrío. Lo cual implica que los seres pueden hacer
las cosas por su propia conciencia, que Jesús no pretende imponerles acciones o
pensamientos. Por lo tanto, tenemos la opción de amarlo o de hacer lo contrario
y una vez dado el obsequio del Libre albedrío… ¿Por qué nos castigaría si
nosotros decidimos no hacerlo?
El hombre siguió
tratando de persuadir al anciano, siguió expresándole su manera de pensar.
Siéndole fiel a sus creencias. Pero el anciano de nuevo estaba aguantando un
poco más de lo que acostumbraba.
-¿Qué derecho cree
usted tener para saber la verdad?- Le dijo el anciano, impaciente.
-Con el derecho que
dicta la Biblia, señor.
-Hay muchos libros que
dan la verdad, que en el caso de los creyentes como tú es la biblia. Lo que no
significa que no existan otros libros. Existe una contradicción muy grande, que
en realidad los cristianos ponen en palabras las enseñanzas de Jesús de acuerdo
con su conveniencia, limitando la decisión personal de tomar una postura ante
ciertas filosofías o doctrinas. Que contradice por completo, en la base en la
que Jesús hizo al hombre; el libre albedrío. Por lo que en principio, a mí me
parecería, que usted mismo, está en contra de la palabra de Dios.